Qué Creemos

Creemos que la Biblia es inspirada por Dios, la infalible Palabra de Dios. “Toda la Escritura es inspirada Divinamente y útil para enseñar; para redargüir, para corregir, para instruir en Justicia”. (2ª Timoteo 3: 16).

La Biblia es la única autoridad dada por Dios que el hombre posee y por lo tanto, toda doctrina, fe, esperanza y toda instrucción para la iglesia debe basarse en la Biblia y estar en armonía con ella.

Debe ser leída y estudiada por todos los hombres y no puede ser plenamente comprendida sino bajo dirección del Espíritu Santo. (Lucas 24:45).

Tenemos también la Palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por la voluntad humana, sino que los Santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo. (2ª Pedro 1:19;20;21).

NATURALEZA DE DIOS

Creemos en el solo Dios Viviente, eterno, infinito en poder, santo en Naturaleza, atributos y propósitos; y que posee Divinidad absoluta e indivisible.

La Escritura afirma, asume y declara que el conocimiento de Dios es Universal. (Romanos 1:19, 20,28,32:2;15). Dios es indivisible, inmaterial, sin partes, sin cuerpo y por lo tanto libre de toda limitación.

El es Espíritu (Juan 4:24).… el primer mandamiento de todos es: Oye Israel: el Señor nuestro Dios, el Señor uno es.

(Marcos 12:29); (Deuteronomio 6:4): Un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos.

(Efesios 4:6).

EMANUEL: DIOS CON NOSOTROS

«Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otros tiempos a los Padres por los Profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el hijo, a quien, constituyó heredero de todo, y por quien así mismo hizo el universo». (Hebreos 1: 1 -2).

El Dios invisible prometió darse a conocer y lo cumple mediante  el cuerpo que Él emplea para la realización de su obra, «a través del  velo estos es, de su carne». (Hebreos 10:20). «…por lo cual, entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; mas me preparaste cuerpo, holocausto y expiaciones por el pecado no te agradaron. Entonces dije: He aquí que vengo, Oh Dios, para hacer tu voluntad como en el rollo del libro está escrito de mí». (Hebreos 10:5-7).

Creemos en que Jesús es Dios: Juan 20:28; Romanos 9:5; 1ª  Juan 5:20. Creemos que Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre: Lucas 18:18; Juan 5:27; 1ª  Corintios 15:47.         ­

El solo Dios verdadero se manifestó así mismo en el Antiguo Testamento, en varias maneras en el hijo cuando caminó entre los hombres y como el Espíritu Santo después de la ascensión.

El solo Dios verdadero, Jehová del Antiguo Testamento, tomo sobre sí mismo la forma de hombre y como el hijo del hombre, nació de la Virgen María. Como Pablo dice: «E indiscutiblemente, grande es el Misterio de la Piedad: Dios fue manifestado en carne; justificado en el Espíritu, visto de los ángeles, predicado a los gentiles; creído en el mundo, recibido arriba en gloria». (1 a Timoteo 3: 16).

«A lo suyo vino y los suyos no le recibieron». (Juan 1:11). Este solo Dios verdadero, se manifestó en  carne, es decir en su hijo Jesucristo, que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados…» (2ª  Corintios 5:19).

Creemos que: «…en Él (Jesús) habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad». (Colosenses 2:9). «Por cuanto agradó al Padre que en Él habitase toda la plenitud». (Colosenses 1: 19). Por lo tanto, Jesús en su humanidad era hombre; en su Divinidad era y es Dios. Su carne era el cordero o sacrificio de Dios, Él es el único mediador entre Dios y el hombre. «Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo Hombre» (1ª  Timoteo 2:5).

Jesús por parte de su Padre era Divino, por parte de su madre Humano; por eso fue conocido como el hijo de Dios y también como el Hijo del hombre, o el Dios hombre. «Porque todas las cosas las sujetó debajo de sus pies. Y cuando dice que todas las cosas han sido sujetadas a Él, claramente se exceptúa aquel que sujetó a Él todas las cosas» (1ª Corintios 15:27). Pero luego que todas las cosas están sujetas entonces el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a Él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos (1ª  Corintios 15 :28).

Yo soy el alfa y la omega, principio y fin, dice el Señor, el que es, y que era y que ha de venir  Él Todopoderoso (Apocalipsis 1:8).

EL NOMBRE

Dios usó diferentes títulos tales como Elohim, Dios, el Dios Todopoderoso, el Shadai; Jehová y especialmente el Señor Jehová, el nombre redentor en el Antiguo Testamento.

«Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre admirable, consejero, Dios  fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz» (Isaías 9:6). La profecía de Isaías  se cumplió cuando se le puso  nombre al hijo de Dios. «y dará a luz un hijo y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta cuanto dijo: «He aquí una virgen concebirá  y dará a luz un hijo. Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es Dios con nosotros» (Mateo 1 :21-23). «Y en ningún otro hay salvación;  porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos» (Hechos 4: 12).

CREACIÓN DEL HOMBRE

En el principio Dios creó al hombre inocente, puro y santo. «Este es el libro de las generaciones de Adán. El día en que creó Dios al hombre, a semejanza de Dios lo hizo, varón y hembra los creó y los bendijo, y llamó el nombre de ellos Adán, el día que fueron creados» (Génesis 5: 1-2). «Él respondió, les dijo: ¿No habéis oído que el que los hizo al principio varón y hembra los hizo?» (Mateo19:4).

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Por el pecado de desobediencia, Adán y Eva los primeros hombres de la raza humana, cayeron de su santo estado y Dios los expulsó del edén. Desde entonces por la desobediencia de un hombre, el pecado  entró en el mundo. «He aquí solamente esto he hallado: Que Dios hizo al hombre recto pero ellos buscaron muchas perversiones» (Eclesiastés 7:29). «Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios>> (Romanos 3:23). Por tanto como el pecado entró al mundo por  un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los  hombres, por cuanto todos pecaron. «Porque así como por la  desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos» (Romanos 5: 12-19).

LA GRACIA DE DIOS Y LA SALVACIÓN DEL HOMBRE .. (Justificación)

La gracia es el favor inmerecido por el cual Dios rescata al hom­bre habilitándole para una vida nueva, pasando por alto en su paciencia los pecados pasados. Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia los pecados pasados. (Romanos 3:24-25). «Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que renunciando a la im­piedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente» (Tito 2: 11-12). «Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo» (Juan 1: 17). El cristiano debe guardarse en la gracia y en el amor de Dios para conservar su salvación. Cuando una persona comete trasgresión y peca contra Dios, pierde su favor. Y si continúa cometiendo pecado y no se arrepiente, finalmente se perderá y será lanzado al lago de fuego, (léase Juan 15:2; y 2ª  Pedro 2:20-21). Judas habla de los que tomaron atrás en su día y de su recompensa. (Léase Hebreos 6:4-6) «Porque por gracia sois salvos por medio de la fe, y esto no de vosotros, pues es don de Dios» (Efesios 2:8).

LA FE

Es pues la fe, la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve (Hebreos 11:1).

La fe es el resultado del oír y/o recibir el evangelio de la gracia de Dios. «Por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por medio de la muerte de su hijo, mucho más estando reconciliados, sere­mos salvos por su vida, pues si por la trasgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinará en vida por uno solo Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia (Romanos 5:2,-10 17). y por quien recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia a la fe en todas las naciones por amor a su nombre (Romanos 1 :5).

ARREPENTIMIENTO Y CONVERSIÓN

La palabra «arrepentimiento» viene de varias palabras griegas que significan cambios de miras y propósitos, cambio de corazón, cambio de mente, cambio de vida, transformación, etc. «Deje el impío su camino y el hombre inicuo sus pensamientos y vuélvase a Jehová el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro el cual será amplio en perdonar» (Isaías 55:7, Lucas 13:1-5).

El arrepentimiento genuino, es la confesión y abandono de los pecados. Juan el bautista predicó el arrepentimiento, Jesús lo proclamó, y los apóstoles lo enfatizaron, tanto a judíos como a gentiles. Pedro les dijo: Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo (Hechos 2:38 y 17:30).

BAUTISMO EN AGUA

La palabra bautizar quiere decir sepultar o sumergir (Romanos 6:4-5). La manera escritural del bautismo es por inmersión, y es sólo para aquellos que se han arrepentido completamente apartándose de sus pecados y amor al mundo. Debe ser administrado por un ministro autorizado (del evangelio) en obediencia a la Palabra de Dios, y en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, de acuerdo con los Hechos de los apóstoles 2:38, 8:16,10:5; obedeciendo así Mateo 28:19. «y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de los pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén» (Lucas 24:47).

EL BAUTISMO DEL ESPÍRITU SANTO

Los términos «bautizar en Espíritu Santo» y llenos del Espíritu Santo, el don del Espíritu Santo, son términos utilizados indispensablemente en la Biblia. Juan el bautista, en Mateo 3:11 dijo: Vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días. Lucas nos dice en Hechos 2:4 «y fueron todos llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas según el Espíritu les daba que hablasen>>.

Es escritural esperar que todos los que reciben el Don, son llenos o reciben el bautismo del Espíritu Santo, reciben la misma señal física e inicial de hablar en otras lenguas, como se relata en Hechos 2:4, 10:46, 19:6 y el don de lenguas como se explica en 1ª Corintios capítulos 12 y 14, son los mismos en esencia pero diferentes en uso y propósito.

El Señor dijo por medio del profeta Joel «derramaré mi Espíritu sobre toda carne» (Joel 2:28). Y recibiréis el don del Espíritu Santo (Hechos 2:38). Pedro al explicar esta extraordinaria experiencia dijo: Habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís (Hechos 2:33) y más adelante; «Porque para vosotros es la promesa y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos nuestro Dios el Señor llamare» (Hechos 2:39)

EL NUEVO NACIMIENTO

El nuevo nacimiento es el resultado de haber sido engendrado por la palabra y haber nacido de ella, y se refleja en la persona mediante el arrepentimiento, la conversión y la obediencia al evangelio. «Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios» (Juan 3:3). «De modo que si alguno está en Cristo nueva criatura es, las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas» (2ª Corintios 5: 17). «Él, de su voluntad nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas» (Santiago 1: 18). «Habiendo purifi­cado nuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el espíritu para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro, siendo renacidos, no de cimiente corruptible, sino de incorruptible, por la Palabra de Dios que vive y permanece para siem­pre» (1ª Pedro 1 :22-23). «Todo aquel que es nacido de Dios, no prac­tica el pecado, porque la simiente de Dios está en él; y no puede pecar porque es nacido de Dios» (1ª  Juan 3 :9). «Porque todo lo que es naci­do de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe» (1ª  Juan 5:4).

LOS DONES

Los dones son dados para capacitar a los miembros del cuerpo de Cristo y siendo provenientes de Dios, nunca son dados para uso particular ni enaltecimiento de la persona, ya que estos dones son tem­porales como manifestación del Espíritu Santo para provecho, edifica­ción de la iglesia y propagación del evangelio. «Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. Porque a este es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro palabra de ciencia según el mismo Espíritu, a otro fe, por el mismo Espíritu; ya otro dones de sani­dad por el mismo Espíritu; a otro diversos géneros de lenguas; a otro interpretación de lenguas, pero todas estas cosas las hace uno y el mis­mo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como Él quiere» (1ª Corintios 12:7-11). «Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación. El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica; pero el que profetiza, edifica a la iglesia» (1ª  Corintios 14:3-4).

LA SANTIDAD

«Y esto erais algunos; más ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús y por el Espíritu de nuestro Dios» (1ª Corintios 6: 11).

Vivir piadosamente debe caracterizar la vida de todo hijo del Señor, y debemos vivir de acuerdo con el modelo y ejemplo dado en la Palabra de Dios, «porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñando que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente» (Tito 2: 11-12). Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían no respondía con maldición, cuando padecía no amenazaba sino que encomendaba la causa al que juzga justamente (1ª Pedro 2:21-23).

«Seguid la paz con todos y la santidad sin la cual nadie verá al Señor>> (Hebreos 12: 14). «Siendo como aquel que os llamó es Santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos porque yo soy santo. Y si invocáis por padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación, sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosa corruptible como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación» (1ª  Pedro 1:15-19).

SANIDAD DIVINA

El primer pacto que el Señor (Jehová) hizo con los hijos de Israel después de haberlos sacado de Egipto, fue un pacto de salud. El Señor dijo: «…si oyereis atentamente la voz de Jehová tu Dios, (Jehová – Rapha, El Señor sana) e hiciereis lo recto delante sus ojos, y diereis oído a sus mandamientos y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque Yo Soy Jehová tu sanador>> (Éxodo 15 :26).

En algunas traducciones se lee: «Porque Yo soy Jehová tu médico», siendo El nuestro médico o doctor tenemos el más capaz de todo el mundo. Nuestro Señor Jesucristo rodeó toda Galilea, predicando el evangelio del reino y sanando toda enfermedad en el pue­blo, (Mateo 4:23-24). «Jesucristo es el mismo ayer y hoy y por los siglos» (Hebreos 13:8).

Los sufrimientos vicarios del Señor Jesucristo pagados por la sanidad de nuestros cuerpos, fueron los mismos que por la salvación de nuestras almas porque «.. .por su llaga fuimos nosotros curados» (Isaías 53:5), en Mateo 8:17 se lee «…Él mismo tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias». Véase también 1ª  Pedro 2:24. Por lo anterior vemos que la sanidad divina para el cuerpo está en la expiación.

Siendo cierto esto, entonces es para todos los que creen, Jesús dijo hablando a los creyentes: «…Sobre los enfermos pondrán sus ma­nos y sanarán>>(Marcos 16: 18). Más tarde Santiago escribió en su epís­tola a todas las iglesias: ¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia y oren por él ungiéndolo con aceite en el Nom­bre del Señor. Y la oración de fe sanará al enfermo y el Señor lo levan­tará y si hubiere cometido pecado le serán perdonados. Confesaos vues­tras ofensas uno a otros y orando unos por otros, para que seáis sana­dos. La oración eficaz del justo puede mucho» (Santiago 5: 14-16).

LA IGLESIA

La Iglesia es el cuerpo de Cristo, conformados por los llamados por el evangelio alrededor de la persona y obra del Señor Jesucristo, incorporados a ella por la obediencia a la verdad.

«Y yo también te digo, que tú eres Pedro y sobre esta roca edificaré mi iglesia y las puertas del hades no prevalecerán contra ella» (Mateo 16:18).

Sus prácticas y doctrinas están contenidas en la Palabra de Dios. «Y sometió todas las cosas bajo sus pies y lo dio por cabeza a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de aquel que todo lo llena en todo»(Efesios 1 :22,23). «Un cuerpo y un espíritu como fuisteis llamados en una misma esperanza de vuestra vocación» (Efesios 4:4). «Y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, el que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia» (Colosenses 1:18).

PARTIMIENTO DEL PLAN

a comunión de los santos es el resultado de la unidad del espíritu en el vínculo de la paz, con el propósito de llegar a la unidad de la fe, «y perseveraban en la doctrina de los apóstoles y en la comunión unos con otros en el partimiento del pan y en las oraciones» (Hechos 2:42). «Y perseveraban unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón» (Hechos 2:46). La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo?, el pan que partimos ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo? Siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo; pues todos participamos de aquel mismo pan (1ª Corintios 10:16-17). «Este es el mensaje que hemos oído del él y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. Si decimos que tenemos comunión con él y andamos en tinieblas mentimos y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz como él está en luz, tendremos comunión unos con otros y la sangre de Jesucristo su hijo nos limpia de todo pecado» 1ª  Juan 1 :5-7).

La noche en que fue entregado el Señor, celebró la pascua con los apóstoles, después de los cuales instituyó la cena o partimiento del pan, «y tomó el pan y dio gracias y lo partió diciendo: Este es mi cuerpo que por vosotros es dado, haced esto en memoria de mí. De igual manera después que hubo cenado tomó la copa diciendo esta copa es mi nuevo pacto en mi sangre que por vosotros se derrama» (Lucas 22: 19-20).

Pablo instruyó a la iglesia como celebrarla. «De manera que cualquiera que comiere este pan y bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado de la sangre del Señor. Por tanto pruébese cada uno a si mismo y coma así del pan, y beba de la copa. Porque el que come y bebe dignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para si. Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre nosotros, y muchos duermen. Si, pues nos examinásemos a  nosotros mismos no seriamos juzgados, más siendo juzgados,  somos castigados por el Señor para que no seamos condenados con el mundo.

Así que, hermanos míos, cuando nos reunís a comer esperaos unos a otros, si alguno tuviere hambre, coma en su casa, para que no os reunáis para juicio (1ª  Corintios 11:27-34). Así fue instituido el uso del pan literal y del fruto de la vid, los cuales se toman literalmente, como emblema del cuerpo partido y de la sangre derramada. Hay también un significado espiritual y una bendición al participar de ella, la cual es la memoria de su muerte y es la confesión de que todos los que participamos somos un cuerpo.

EL REINO DE DIOS

a. Es el gobierno que Él ejerce por su Espíritu en los creyentes. «He aquí el reino de Dios está entre vosotros» (Lucas 17:21). «Porque el reino de Dios no es comida ni bebida sino justicia, paz y gozo en el  Espíritu Santo» (Romanos 14: 17).

b. El establecimiento de Jesucristo, hijo de David en el trono de Israel y el milenio sería la manifestación gloriosa del reino de Jesucristo sobre toda la tierra. «No harán mal ni dañaran en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar (Habacuc 2: 14). «y él envía a Jesucristo, que os  fue antes anunciado a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde el tiempo antiguo» (Hechos 3 :20-21).

c. Los cielos nuevos y la tierra nueva son la tercera y última etapa del reino de Dios, «Porque como los cielos nuevos y la tierra nueva que yo hago permanecerán vuestra descendencia y vuestro nombre» (Isaías 66:22). «Pero nosotros esperamos, según sus promesas cielos nuevos y tierra nueva en los cuales reina la justicia» (2ª  Pedro 3:13). «Vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra pasaron y el mar ya no existía más» (Apocalipsis 21:1).

LA RESURRECCIÓN

La resurrección es la esperanza del cristianismo. «Yo sé que mi redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo y después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios; al cual veré por mí mismo y mis ojos le verán y no otro, aunque mi corazón desfallece dentro de mi. (Job 19:25-27). «En cuanto a mí veré tu rostro en justicia; estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza» (Salmo 17:15). «Lo dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí aunque esté muerto vivirá» (Juan 11:25). «Pero qué ahora ha sido manifestado por la aparición de nuestro, Señor Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a la luz la vida y la inmortalidad por el evangelio» (2ª Timoteo 1-10)

DE JESUCRISTO: La resurrección de Jesucristo marca la esperanza del cristianismo. Viéndolo antes, habló de la resurrección de Cristo que su alma no fue dejada en el hades ni su carne vio corrupción (Hechos 2:31, léase Hechos 4:2, 1ª  Corintios 15: 1-20).

DE LOS JUSTOS: La resurrección de los justos es la promesa de Dios a través de los patriarcas, profetas, del Señor y de los apóstoles, como la culminación de la carrera cristiana. «Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna y otros para vergüenza y confusión perpetua» (Daniel 12:2). «Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados» (1ª Corintios 15:21). «Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección. Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección, la segunda muerte no tiene potestad sobre estos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años» (Apocalipsis 20:5-6).

DE LOS INJUSTOS: Dios hará resurrección de los injustos, para traerlos a juicio ante el trono blanco. «Por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberlo levantado de los muertos» (Hechos 17:31). «No os maravilléis de esto; porque vendrá la hora cuando todos los que están en el sepulcro oirán su voz; y los que hicieron lo bueno saldrán a resurrección de vida; los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación» (Juan 5:28).

Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en el, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo y ningún lugar se encontró para ellos y el que no se halló inscrito en el libro de la vida será lanzado en el lago de fuego (Apocalipsis 20: 11-15)

EL RECOGIMIENTO DE LA IGLESIA

Creemos que se está acercando el tiempo de la aparición del Señor. «Tampoco, queremos hermanos que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros, que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá con Jesús a los que durmieron en él. Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor; que nosotros que vivimos, que habremos queda­do, hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos que­dado, seremos arrebatados con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire y así estaremos siempre con él» (1ª  Tesalonicenses 4: 13-17).

«He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, al  final de la trompeta, porque se tocará la trompeta y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción y esto mortal se vista de inmortalidad. Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria» (1ª Corintios 15:51-54). «Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al salvador al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede sujetar también a sí mismo todas las cosas» (Filipenses 3:20-21). Este gran acontecimiento se efectuará antes de la gran tribulación. «.Anda pueblo mío entra en tus aposentos, cierra tras ti tus puertas; escóndete un poquito, por un momento, en tanto que pasa la indignación. Porque he aquí que Jehová sale de su lugar para castigar al morador de la tierra por su maldad contra él, y la tierra derramará la sangre derramada sobre ella, y no encubrirá más a sus muertos» (Isaías 26:20-21). «Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira» (Romanos 5:9). «Y esperar de los cielos a su hijo el cual resucitó de los muertos a Jesús, quien nos libra de la ira venidera» (1ª Tesalonicenses 1: 10). «Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran en la tierra» (Apocalipsis 3:10).

LA GRAN TRIBULACIÓN

Es la ira de Dios contra este mundo pecador y en este tiempo Dios se volverá a Israel para levantarlo. «En aquel tiempo se levantará Miguel el gran príncipe que estará de parte de los hijos de tu pueblo, y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces: Pero en aquel tiempo será levantado tu pueblo, todos los que se  hallen inscritos en el libro» (Daniel 12:1). «Porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora. Ni la habrá. Y si aquellos días no fuesen acortados nadie sería salvo, más por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados» (Mateo 24:21-22). «Ya vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús con los ángeles de su poder, en llamas de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo, los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia de Dios y de la gloria de su poder>>: (2ª  Tesalonicenses 1:7-9). «De estos también profetizó, Enoc séptimo desde Adán, diciendo: He aquí vino el Señor con sus santas decenas de millares para hacer juicio contra todos, y dejar convictos a todos los impíos de sus obras impías que han hecho impíamente, y de todas las cosas duras que los pecadores impíos han hablado contra él» (Judas 14-15).

SEGUNDA VENIDA DEL SEÑOR

Jesús viene por segunda vez en persona, tal como se fue, está claramente expuesto por el mismo Señor Jesús y fue predicado y enseñado en la iglesia primitiva por los apóstoles.

«Entonces aparecerá la señal del hijo del hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra y verán al hijo del hombre viniendo sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria» (Mateo 24:30). «Y estando ellos con los ojos en el cielo entre tanto que el se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones galileos porque estáis mirando al cielo este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo» (Hechos 1:10-11). Y entonces se manifestará aquel inicuo a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida (2ª  Tesalonicenses 2:8). He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán la­mentación por él. Sí amén (Apocalipsis 1:7).

EL MILENIO

El milenio es el periodo de la restauración de todas las cosas de que hablan los profetas y los apóstoles. «Lo que vio Isaías hijo de Amos acerca de Judá y de Jerusalén. Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados y correrán a él todas las naciones. Vendrán muchos pueblos y dirán: Venid y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñaran sus caminos, y caminaremos por sus sendas». «Porque de Sión saldrá la ley y de Jerusalén la palabra de Jehová. Y juzgará entre las naciones y responderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arados, y sus lanzas en oses; no lanzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra» (Isaías 2:1-4) léase Isaías 11:1-10, Hechos 3:20-­22, Romanos 8:19-22.

Entendemos que aunque la escritura enseña la restitución de todo, no encontramos donde se hable que el diablo, sus ángeles y todos sus pecadores, toman parte de dicha restauración. «Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos» (Apocalipsis 20: 10).

EL JUICIO FINAL

En el juicio final participaran todos los hombres que hayan muerto sin Cristo, los que están sobre la tierra en el tiempo de purificación. Este juicio se efectuará al final del milenio y también se conoce con el nombre del trono blanco. La iglesia no será juzgada sino que ella misma intervendrá en el juicio que Dios tiene preparado. «Oh no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar cosas muy pequeñas? ¿Oh no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿Cuanto más las cosas de esta vida?» (1ª  Corintios 6:2-3). «En el día que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres conforme a mi evangelio» (Romanos 2:16).

CUERPO MINISTERIAL

El ministerio es un llamamiento del Espíritu Santo, confiará a cada ministro la facultad de servir a la iglesia en distintas capacidades y con distintos dones, cuyas manifestaciones son todas para edificación del cuerpo de Cristo. «Él mismo constituyó a unos apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio para la edificación del cuerpo de Cristo» (Efesios 4:11-12) léase Romanos 11:7-8, 1ª  Corintios 12:5-11.

Aunque el llamamiento al ministerio es de origen divino, la Pala­bra de Dios contiene suficientes enseñanzas sobre los requisitos que debe llenar el candidato a servir en el ministerio y que corresponde a los ancianos de la iglesia examinar a los candidatos al ministerio y determi­nar cuando son dignos de aprobación, léase 1ª  Timoteo 3:10,4:14, 5:17.

EL MATRIMONIO

El matrimonio es un estado santo que fue establecido desde el principio y es honroso en todos (Génesis 2:21-24, Mateo 19: 1-5, He­breos 13:4).

Los matrimonios deben verificarse según las leyes del país y lue­go solemnizarse en la iglesia. Las parejas que no hayan legalizado su unión y deseen bautizarse, deben cumplir primeramente con los requisi­tos de las leyes civiles.

Creemos que el matrimonio es una unión que debe perdurar mientras viven los dos cónyuges. Al morir uno de ellos el otro estará libre para casarse y no peca si lo hace en el Señor (Romanos 7: 1-3, 1ª  Corintios 7:39).

DIVORCIO: Es factible sólo cuando las causales se ajusten a lo estipulado en la Palabra de Dios (Mateo 19:9). Que enseña es la parte inocente la que puede hacer uso de ese derecho.

Ningún ministro deberá casar a un miembro de la iglesia con una persona inconversa (2ª  Corintios 6: 14).

PLAN FINANCIERO DE DIOS

El diezmo es el plan financiero de Dios para proveer para su obra y ha existido desde los días de Abraham. El diezmo vino desde Abraham por fe.

La ley de Moisés la ordenó e Israel lo practicó cuando estaba bien con Dios; Jesús lo aprobó en Mateo 23:23. No debemos robar a Dios su porción, es decir, los diezmos y las ofrendas (Hebreos 7:2-10, Malaquías 3:10).

EL ESTADO Y LA IGLESIA

Estamos de acuerdo en la separación del Estado y la Iglesia, y que ninguno debe intervenir en los asuntos íntimos del otro, pues aquí se cumple el precepto bíblico de dar al César lo que es del César y lo que es de Dios a Dios (Marcos 12:17). Los cristianos pueden tomar participación en actividades cívicas de acuerdo con su capacidad e inclinaciones políticas pero siempre reflejando sus ideas personales y no las de la iglesia, que siempre es neutral y tiene capacidad para todos los hombres.

Al mismo tiempo, todos los cristianos deben obedecer a las autoridades civiles Y todas las leyes y disposiciones que de ellas emanen; siempre que no contradigan sus principios religiosos o los obliguen a hacer cosas en contra de su conciencia (Romanos 13: 1-7).

SOCIEDADES SECRETAS

De acuerdo con la Palabra de Dios, creemos firmemente y opinamos que el pueblo de Dios no debe tener conexión con todo lo que son sociedades secretas o cualquiera otra organización o cuerpo.

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